La historia de la franquicia tiene sus orígenes en la Edad Media. De esta época viene el origen de la palabra, cuando los reyes otorgaban o concedían privilegios a sus súbditos, mediante la concesión de cartas francas. Con estas cartas francas, los súbditos podían realizar en determinadas zonas del reino actividades como la pesca y la caza. Estos privilegios se designaban utilizando el término “franc”.
También esta etapa medieval, la Iglesia Católica otorgaba a algunos propietarios de tierras autorizaciones para que, actuando en su nombre, recolectaran los diezmos debidos a la Iglesia, permitiendo, eso sí, que un porcentaje de lo recaudado fuera directamente para estos propietarios, a título de comisión, siendo el resto para el Papa.
Como se puede comprobar es, en líneas generales, una explicación sencilla del sistema de franquicias actual: una marca concede beneficios a un tercero para que trabaje en su nombre…
Tras la Revolución Francesa, la palabra “franc» las cartas francas y los privilegios otorgados a los nobles desaparecen. Y no vuelven a reaparecer hasta el siglo XIX en América, con matices diferentes. La fecha de renacimiento no está clara, aunque algunos lo sitúan después de la Guerra Civil de los Estados Unidos de América.
Historia de la franquicia tal y como la conocemos en la actualidad
El primer antecedente de Franquicia en los Estados Unidos fue, posiblemente, la cesión a particulares, por vía legislativa para la explotación de algunos servicios públicos o “public utilities” como fue el caso de los ferrocarriles y los bancos. En la década de los 50 (1850-1860) la Singer Sewing Machine Company cambio su estructura básica de funcionamiento para solucionar dos problemas con los que se había encontrado cuando montó su empresa. Singer fue el primero en darse cuenta que había que enseñar a los clientes cómo utilizar el nuevo invento antes de que lo compraran. El segundo problema fue que no tenía suficiente capital para fabricar la máquina en grandes cantidades. Entonces se le ocurrió la idea de vender los derechos a negocios locales para que vendieran las máquinas de coser y enseñar a los compradores a utilizarla. Una vez hecho esto, su empresa creció de forma rápida. Lo que cobraba por la venta de los derechos le ayudó a financiar los costos de fabricación. Este hecho originó las bases del sistema actual de Franquicias, siendo una franquicia de producto y marca.
Posteriormente, otras grandes empresas como Coca Cola, General Motors o Hertz comenzaron a utilizar este método para hacer crecer sus negocios. También en Francia, la fábrica de lanas La Lainiere de Roubaix “copió” este sistema para dar salida comercial a la producción de su nueva planta. Teniendo en cuenta estos hechos, cronológicamente simultáneos, muchos expertos sitúan el nacimiento del sistema de franquicias en 1929.
Aunque no es hasta después de la II Guerra Mundial cuando llega el auge del sistema de franquicias. Tras el enfrentamiento bélico, miles de soldados regresaron a su país y era urgente encontrar una vía de incorporación a la sociedad. La mayoría no contaba con conocimientos comerciales ni formación académica, pero sí disponían de dinero con el que comenzar un negocio. La solución estaba en la franquicia, para la que no hacía falta contar con experiencia, solo con capital, ya que la empresa franquiciadora era responsable de asesorar y formar a los franquiciados.
Por otra parte, el crecimiento repentino de la población norteamericana y el incremento generalizado del poder adquisitivo de los consumidores, generó una fuerte demanda de una variada gama de productos, al mismo tiempo que los avances tecnológicos permitieron la creación de nuevos productos y servicios. Era el clima idóneo para el desarrollo de las Franquicias.
A partir de la década de los 50 nace la franquicia moderna, tal y como la conocemos en la actualidad. Raymond Albert Kroc fue un empresario que adquirió e impulsó una cadena de hamburgueserías que se ha implantado con éxito en los 5 continentes y es uno más en cualquier familia: McDonald’s.