Franquicia y franquiciado o franquiciatario y franquiciante (como se denomina en muchos países de América Latina), dos términos a los que nos referimos continuamente en este blog, pero ¿sabemos todo lo que conlleva una franquicia y todo lo que conlleva ser o convertirse en franquiciado?
Vamos a explicar en primer lugar qué es exactamente una franquicia. Si acudimos a la Real Academia de la Lengua Española, en su segunda acepción nos indica claramente de qué hablamos hoy: concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a una o varias personas en una zona determinada.
En este blog ya hemos hablado en ocasiones de cómo el origen de este sistema, con variaciones, se remonta a la Edad Media, cuando los reyes otorgaban cartas francas a sus súbditos, con privilegios en determinadas actividades como la caza y la pesca.
A lo largo de los siglos, este sistema ha ido evolucionando hasta convertirse en lo que es hoy, el mejor sistema de negocio, resistente a épocas de crisis y mayoritariamente elegido por los emprendedores. La seguridad de este modelo de negocio es muy alta, así como la rentabilidad. Las franquicias consolidadas son marcas asentadas en sus respectivos sectores, con años de experiencia y presencia internacional. Su modelo se ha desarrollado con éxito en múltiples países y contextos y es reconocido por el público en todo el mundo. Esto es una gran ventaja para el público, sabe que todos los locales de una cadena ofrecen el mismo servicio y los mismos productos, independientemente del país en el que se encuentren. Esto proporciona confianza en la clientela, que acude a una marca en otro país porque sabe lo que se va a encontrar.
Y esta confianza, esta rentabilidad, unido a una fácil gestión y a un apoyo constante por parte de la Central Franquiciadora es lo que hace que los emprendedores decidan dar el gran salto y convertirse en franquiciados. Con todo lo que ello conlleva.
Franquicia y franquiciado, ¿es posible una buena relación?
Por supuesto que sí. La franquicia ofrece un modelo de gestión sencillo, desarrollado y ampliamente probado en los establecimientos propios, y con alta rentabilidad.
Este sistema de negocio ofrece, además, una cifra muy baja de litigiosidad. Solo el 0,09%, según estudios elaborados por el comité de expertos jurídicos de la Asociación Española de Franquiciadores (AEF). Este bajo porcentaje se traduce en un elevado grado de confianza para los emprendedores, tanto para los que quieren unirse a una franquicia existente o lo que aspiran a convertir su concepto de negocio en una franquicia de éxito reconocido.
Desde luego que puede haber algún pequeño conflicto en las relaciones laborales. Siempre se pueden encontrar con algunas discrepancias, pero las centrales de franquicias consolidadas deben saber cómo solucionarlas rápidamente.
La Central debe escuchar siempre a los franquiciados y sus necesidades. Su trabajo diario frente a los clientes puede ser una fuente de retroalimentación que puede hacer mejorar el servicio o producto de la marca.
También hay que tener en cuenta las características de cada franquiciado y saber adaptarse a la situación. Es difícil encontrarse con dos franquiciados iguales, no solo porque tengan el mismo número de establecimientos, o hayan adquirido la franquicia como inversión o autoempleo… La situación del local, el tipo de público, etc. Son factores que hacen que la Central tenga que ofrecer un tratamiento individualizado a cada franquiciado.
Y, por su parte, los franquiciados también tienen que hacer todo lo posible para que el negocio funcione, porque, aunque la franquicia sea un modelo sólido y con alta rentabilidad, también hay que trabajarlo.
En LATAM NETWORKS ayudamos a los emprendedores a escoger la franquicia más adecuada a sus necesidades, siempre con una seleccionada cartera de marcas con altos estándares de calidad.