
La inflación representa uno de los mayores retos para las empresas en contextos económicos inestables, y el sistema de franquicias no es ajeno a este fenómeno. El aumento sostenido de los precios repercute en múltiples aspectos del modelo de negocio: desde la estructura de costes hasta el comportamiento del consumidor. Para los franquiciadores y franquiciados, comprender sus efectos y anticiparse con medidas correctas resulta clave para garantizar la viabilidad del modelo y la rentabilidad de cada unidad operativa.
Aumento de costes y su efecto en la rentabilidad
Uno de los primeros impactos de la inflación se observa en los costes de aprovisionamiento. Materias primas, transporte, suministros, energía y servicios experimentan incrementos constantes, que afectan directamente al margen de beneficio. En una red de franquicias, esta presión se multiplica, ya que los franquiciadores deben velar no solo por su propia rentabilidad, sino también por la sostenibilidad del ecosistema de franquiciados.
Además, la subida del salario mínimo, habitual en escenarios inflacionarios, incrementa el coste laboral, una de las partidas más relevantes en sectores como la restauración, el comercio o los servicios. Este panorama puede obligar a revisar los manuales operativos y los estándares de productividad, buscando eficiencias sin comprometer la calidad ni la experiencia del cliente.
Estrategias para mitigar el impacto y ajustar precios
Ante este escenario, muchas franquicias se ven forzadas a modificar su política de precios. Sin embargo, subir los precios de manera directa puede afectar la competitividad o alejar a ciertos segmentos de consumidores. La clave está en desarrollar una estrategia de precios basada en el valor percibido, no solo en los costes. Combinar un ligero ajuste de tarifas con campañas de fidelización, promociones puntuales o mejoras en la propuesta de valor puede ayudar a mantener el flujo de clientes.
Otra opción es la optimización de la carta o del catálogo de productos, enfocándose en aquellos con mejor rentabilidad o menor exposición a las subidas de precio. La ingeniería de menú o el análisis de la rentabilidad por metro cuadrado en retail pueden ser herramientas muy eficaces en este sentido.
Fortalecimiento de la relación entre franquiciador y franquiciado
El modelo de franquicia se basa en una relación de colaboración continua. En tiempos inflacionarios, esta relación cobra una importancia aún mayor. La central franquiciadora debe estar preparada para ofrecer soporte operativo, herramientas de análisis de rentabilidad y alternativas para renegociar contratos con proveedores.
Además, puede facilitar acuerdos logísticos centralizados, compras en volumen o alianzas estratégicas que reduzcan los costes de manera global. La transparencia en la comunicación y el trabajo conjunto para adaptar los objetivos financieros son aspectos clave para sostener la confianza del franquiciado y evitar tensiones dentro de la red.
El papel de la digitalización como palanca de ahorro
La tecnología ofrece oportunidades concretas para mitigar los efectos de la inflación. La automatización de procesos, la gestión avanzada de stocks o la digitalización de tareas administrativas pueden reducir la dependencia de recursos humanos y optimizar tiempos. Asimismo, el uso de herramientas de business intelligence permite tomar decisiones basadas en datos, lo que resulta esencial para detectar ineficiencias o áreas de mejora en un contexto económico exigente.
La experiencia de franquicias que han apostado por la digitalización demuestra que invertir en este ámbito no solo mejora la productividad, sino que también puede mejorar la experiencia del cliente, fidelizar y generar nuevas fuentes de ingresos a través de canales digitales.
Adaptación del modelo de negocio y revisión de condiciones contractuales
La inflación también obliga a revisar ciertos aspectos del contrato de franquicia. Algunas cláusulas como los royalties, el canon de publicidad o las obligaciones de inversión inicial pueden volverse insostenibles si no se ajustan a la nueva realidad del mercado. Por ello, es recomendable realizar una revisión conjunta del marco contractual con asesoramiento especializado.
Contar con una consultora externa que conozca el mercado y disponga de herramientas para anticipar los movimientos económicos puede marcar la diferencia. Firmas especializadas ayudan a detectar oportunidades de mejora, revisar la rentabilidad de cada unidad y definir planes de contingencia eficaces para no comprometer el crecimiento de la red.
Ventajas de apoyarse en una consultora especializada
Las franquicias que afrontan entornos económicos volátiles necesitan más que nunca una guía estratégica. Contar con una consultora experimentada y con una visión integral del mercado permite acceder a soluciones que no solo actúan sobre el problema inmediato, sino que construyen una base sólida para el futuro.
Un equipo multidisciplinar puede colaborar en el rediseño de la operativa, identificar proveedores más competitivos, ajustar el plan de expansión o detectar nuevos formatos de negocio que encajen con la coyuntura actual. Esta visión externa, libre de la tensión del día a día operativo, aporta objetividad y claridad a la toma de decisiones.